Papás importantes
No hay nada ni nadie más importante para un niño que sus papás. Solo ellos pueden hacer que se sienta seguro, tranquilo incluso con las limitaciones y los cambios que están viviendo. Para poder cuidar de nuestros hijos, también tenemos que estar nosotros bien. También debemos cuidarnos a nosotros mismos. Por eso este blog se llama NOS CUIDAMOS PARA CUIDAR.
Lo único que le pido al Señor
—lo que más anhelo—
es vivir en tu casa todos los días de mi vida,
deleitándome en la perfección del Señor
y meditando dentro de su templo.
Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo».
Y mi corazón responde: «Aquí vengo, Señor».
No me des la espalda;
no rechaces a tu siervo con enojo.
Tú siempre has sido mi ayudador.
No me dejes ahora; no me abandones,
¡oh Dios de mi salvación!
Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor me mantendrá cerca.
Enséñame cómo vivir, oh Señor.
Guíame por el camino correcto,
porque mis enemigos me esperan.
Sin embargo, yo confío en que veré la bondad del Señor
mientras estoy aquí, en la tierra de los vivientes.
Espera con paciencia al Señor;
sé valiente y esforzado;
sí, espera al Señor con paciencia.
Encajar personalmente este tiempo difícil que nos ha tocado vivir es muy importante si queremos cuidar bien de nuestros hijos. Dar respuesta a sus preguntas, encauzar sus miedos, sus inquietudes.
Jesús dormía en la barca porque confiaba que su Padre estaba al control de la tormenta. Nosotros estaremos tranquilos también. Confiados en un Dios bueno. Que cuida. Que protege. Nuestros hijos verán serenidad en nosotros y confiarán también. Seremos un testimonio de lo que Dios puede hacer cuando crees en Él. La casa se llenará de la paz que sobrepasa todo entendimiento. Esta es una gran oportunidad para llevar a nuestros niños de la mano a la seguridad del Padre Dios.
El Señor es mi luz y mi salvación,
entonces ¿por qué habría de temer?
El Señor es mi fortaleza y me protege del peligro,
entonces ¿por qué habría de atemorizarme?
Aunque un ejército poderoso me rodee,
mi corazón no temerá.
Aunque me ataquen,
permaneceré confiado.
entonces ¿por qué habría de temer?
El Señor es mi fortaleza y me protege del peligro,
entonces ¿por qué habría de atemorizarme?
Aunque un ejército poderoso me rodee,
mi corazón no temerá.
Aunque me ataquen,
permaneceré confiado.
Lo único que le pido al Señor
—lo que más anhelo—
es vivir en tu casa todos los días de mi vida,
deleitándome en la perfección del Señor
y meditando dentro de su templo.
Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo».
Y mi corazón responde: «Aquí vengo, Señor».
No me des la espalda;
no rechaces a tu siervo con enojo.
Tú siempre has sido mi ayudador.
No me dejes ahora; no me abandones,
¡oh Dios de mi salvación!
Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor me mantendrá cerca.
Enséñame cómo vivir, oh Señor.
Guíame por el camino correcto,
porque mis enemigos me esperan.
Sin embargo, yo confío en que veré la bondad del Señor
mientras estoy aquí, en la tierra de los vivientes.
Espera con paciencia al Señor;
sé valiente y esforzado;
sí, espera al Señor con paciencia.
Comentarios
Publicar un comentario